Desde tiempos inmemorables Borikén ha sido una tierra en flujo divino. Dioses han venido y dioses se han ido, generalmente de manera violenta. Cada panteón ha dejado su marca en la cultura, la política, y la devoción de les mortales que la habitan. Otra vez, generalmente de manera violenta.
Con la llegada de les nueves dioses (ahora conocides como dioses, dándole a les anteriores el título de viejes dioses) la tierra fue dividida en dieciocho virreinatos, repartidos a las cuatro grandes razas: les cabezudes, les coquíes, les humanes, y les vejigantes.
Con la excepción de algunes poques emigrantes, las cuatro razas se han quedado en sus respectivos dominios, separadas e incapaces de entenderse, pero viéndose como parte de una misma identidad nacional.
El control administrativo y espiritual de la nación es dividido entre las dos grandes religiones, las cuales existen en perpetua lucha por las almas de la población y el destino final de la tierra.
Todes saben que le mesías llegará para salvar a Borikén, pero nadie está de acuerdo en quién es le verdadere y quién es une false profeta. Y cada cuatro años, a veces ocho, le mesías incumbente sufre un trágico accidente que deja la posición abierta para le próxime enviade de les dioses, generalmente de la religión de oposición.
Es en estas tierras que suceden las historias aquí contadas.